¿ALIADOS CONTRA LA DEPRESIÓN?

La compañía de un perro no solo alegra los días: también puede ser una herramienta poderosa contra la depresión, la ansiedad y el aislamiento emocional. Cada vez más estudios lo confirman.

La mirada tierna de un perro, su entusiasmo por verte llegar a casa, o simplemente su presencia silenciosa al lado tuyo puede tener un impacto mucho más profundo de lo que crees. Tener un perro puede mejorar significativamente la salud mental, especialmente en personas que sufren de depresión, ansiedad o soledad crónica. Y la ciencia lo respalda.

Varios estudios han encontrado que la interacción con perros puede disminuir los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y aumentar la oxitocina, conocida como la “hormona del amor” o del apego. Esa combinación ayuda a reducir la ansiedad y mejora el estado de ánimo general.

Uno de los hallazgos más contundentes proviene de la American Psychological Association, que señala que las personas con trastornos depresivos que interactúan regularmente con perros muestran mejoras en su estado emocional, motivación y autoestima. Tener una rutina diaria con una mascota —sacarla a pasear, alimentarla, cuidar de ella— genera estructura y propósito, dos aspectos que suelen debilitarse en momentos de depresión.

Además, los perros ayudan a romper con el aislamiento social. Según la Human Animal Bond Research Institute, el 85% de las personas encuestadas dijeron que tener un perro las ayudó a conectarse con otras personas, ya sea al salir a caminar, en parques o simplemente en conversaciones espontáneas con otros dueños de mascotas.

También existe la terapia asistida con animales, usada en hospitales, clínicas de salud mental y hogares de ancianos. En estos entornos, los perros no solo brindan compañía: también ayudan a calmar crisis emocionales, estimular la memoria y mejorar la interacción social en personas con depresión severa o trastornos del espectro autista.

El efecto es tan potente que algunos médicos ya consideran a las mascotas como parte del tratamiento. “Un perro no te cura, pero puede ser un gran facilitador del bienestar emocional”, afirman desde el Royal College of Psychiatrists en Reino Unido.

En resumen: los perros no solo son buenos amigos, también son aliados silenciosos en la lucha contra la depresión. Nos recuerdan que no estamos solos, nos acompañan sin juzgar y nos devuelven, con su cariño, algo esencial: la esperanza.

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